lunes, 24 de agosto de 2009

VIAJANDO POR EUROPA: LYON


Durante este verano he tenido oportunidad de hacer un viaje-peregrinación, con algunos sacerdotes y algunos chicos que se están pensando serlo, por sitios muy interesantes.

La "infraestructura" era sencilla: un coche y una furgoneta, alojamiento en un colegio de Lyon bastante económico, y luego bocatas y algún pequeño extra (discreto, eso sí). A partir de ahí: "tira millas". Nunca mejor dicho.

Lyon sería el primer destino, y el "centro de operaciones". La ciudad de los dos ríos que fue, no cabe duda, muy acogedora para nuestra expedición. Allí tuvimos la oportunidad de ver y rezar en la catedral, con una imagen preciosa de la Virgen en la Capilla del Santísimo, y pudimos pasear por sus calles y sus monumentos, ciertamente interesantes.

No hay que perder de vista que Lyon es una de las diócesis más antiguas de Francia, la hija primogénita de la Iglesia. De ella fue obispo Ireneo, un Padre de la Iglesia que supo combatir las primeras herejías que perturbaron la fe que entonces se estaba extendiendo y fortaleciendo.
Ahora, sin perder el atractivo histórico de lo que fue, se muestra como una ciudad del siglo XXI, que abre sus brazos al visitante que quiera llegar hasta ella.

En esos días celebraban sus fiestas, aunque hay que reconocer que lejos de lo que los "hispanos" acostumbramos. Una curiosidad: vimos cómo se anunciaba un gazpacho, netamente español, en algunas de las marquesinas de sus calles. Se ve que saben apreciar lo bueno...

viernes, 14 de agosto de 2009

VIAJE A ROMA Y SALUDO AL PAPA

¡Cómo pasa el tiempo! ha hecho ya 15 años desde mi ordenación como sacerdote. Ha habido tantas cosas desde entonces, y habrá tantas, si Dios quiere, a partir de ahora... Dios que es tan bueno siempre está dispuesto a sorprendernos. Y nos sorprende.

El caso es que había que celebrarlo, con algo un poco más especial. Un compañero de curso, que no se corta un pelo, le comentó al cardenal que bien podría facilitarnos, al menos, saludar al Papa en una Audiencia general, ya que no recibe habitualmente salvo en contadísimas ocasiones. El cardenal dijo que eso estaba hecho y pudimos escaparnos a Roma.

Fuimos cinco, poquitos, pero entusiastas. Nos metimos de lleno en la ciudad eterna, viendo lo esencial. Por ver vimos y sentimos una tormenta en toda regla que nos caló hasta los huesos. Terminamos refugiándonos en la Iglesia del Iesú, de los jesuitas, muy acogedora, sobre todo en cuando estábamos tan calados como nosotros en esos momentos. Pero lo dimos por bueno, porque, efectivamente, pudimos saludar al Santo Padre. Y llenarnos de esa "romanidad" que es característica de nuestra Iglesia. Os ofrecemos alguna foto hecha con el móvil.

El Papa, que es tan delicado con todos, estuvo muy cariñoso y contamos con un testimonio gráfico, esta vez ya oficial, estrechándole la mano y comentándole alguna cosita. Nos regaló un rosario. Y vinimos, por supuesto, más contentos que unas castañuelas. Pues eso es.