lunes, 30 de junio de 2008

Elogio de la fortaleza

Sé fuerte, no vivas acomplejado, no seas flojo. ¿Que las cosas cuestan? Pues faltaría más, claro que cuestan, pero una vez logradas a base de tesón y esfuerzo ¿no saben más dulces?
La fortaleza es un arma que te defenderá en muchas batallas.
Te defenderá ante la estupidez. Te defenderá ante esa marea que quiere llevarte por delante, como si no tuvieras personalidad. Te defenderá para ejercer tu libertad sin temor a singularizarte. Te moverá a tener convicciones y no avergonzarte de ellas.
La fortaleza te llevará a no condescender con el error. Pactar con la mediocridad, con la tibieza, con el pecado, es un suicidio a plazos. Si entramos en esa dinámica no seremos capaces de sobrevivir. El hombre tiene en su interior una sed de excelencia que casa muy mal con el conformismo. Estamos llamados a cosas grandes, estamos llamados por Dios a participar de su compañía. ¿Vamos a conformarnos con menos? ¿No te parece que sería defraudar a Dios y quedar defraudados ante nosotros mismos.

domingo, 29 de junio de 2008

El Año Santo Paulino

El Santo Padre, Benedicto XVI, junto al patriarca ortodoxo de Constantinopla, Bartolomé I, ha abierto la Puerta Santa de la Basílica de San Pablo Extramuros. Queda, pues, "inaugurado" el Año Paulino. Año Santo para meditar y dar gracias a Dios por la figura del Apóstol de las Gentes. Ese hombre apasionado que persiguió a los cristianos, que consintió en la muerte de San Esteban, apedreado por su fe, y que fue derribado a tierra para que comprendiera que los caminos de Dios y los caminos de los hombres son, a veces, muy distintos. San Pablo, el que supo doblegarse a Dios, el ciudadano romano que sabe exigir sus derechos cuando tratan de humillarle. El que sabe corregir fraternalmente a San Pedro ¡el primer papa!, cuando hace algo que no es correcto y puede confundir a los sencillos. El hombre apasionado que sintió en su interior el aguijón de Santanás, pero supo confiar en la fuerza de Dios, y no en la suya. El que se abrió totalmente a su gracia. San Pablo, el hombre que razona su fe, el viajero incansable. ¡Cuánto tenemos que aprender de ti, Pablo, para dejar detrás todo lo viejo y dejarnos llevar por el impulso, eternamente nuevo, de Dios que no nos abandonará!

sábado, 28 de junio de 2008

Hablando de libros


Un paréntesis para hablar de los libros. Llegado el tiempo del verano es muy bueno leer.
¿Qué libros leer ahora que, muy posiblemente, tiene uno más tiempo para hacerlo?
Hay libros que obligan a leer lento y otros que casi son de lectura apresurada. 
Entre los primeros están los libros de estudio. No sólo los que sirven para aprobar una asignatura, sino aquellos que ilustran, que abren las ventanas de la inteligencia. No podemos considerarlos como enemigos. Más bien como aliados. Su lectura, aunque más trabajosa, traerá resultados que nos sorprenderán. No sería de recibo perderse la posibilidad de abrir los ojos al mundo a través de la profundidad de lo que otros han percibido. 
Horizontes amplios es lo que necesitamos. Aunque cueste. Con esos maravillosos compañeros de camino aprenderemos a destilar la esencia de las cosas grandes. A saborear lo que es, en definitiva, un recreo para la inteligencia.
Entre los segundos, esos de lectura apresurada, están los libros de los que todo el mundo habla y se ofrecen casi como tributo a la modernidad. Son libros para salir al paso, para quedar bien, para pasear la vista por ellos, por si acaso encuentra uno alguna cosa aprovechable. Libros para tener, al menos, algo de qué hablar con quienes seguro que te preguntarán. 
Reposan allí, encima de la mesa, para que nos los quitemos de encima cuanto antes. Es como si llevaran escrito a fuego su sino: "literatura de consumo". Están destinados, como los pañuelos de papel a servir mientras sirven: usar y tirar. Hechos, personajes que, por lo general, igual que ocupan el tiempo, después desalojan la mente sin mayor problema. Pero tampoco es que haya que desdeñarlos. Son lo que son. ¿A quién no le ha hecho pasar un buen rato un TBO?
Hay que saber qué da cada cosa. Y no despreciar lo que podemos necesitar en cada momento. Una recomendación: leer buenas cosas, casi a cámara lenta, para que ilumine nuestra mente y dé alas a nuestro espíritu, para reconocer la belleza y admirarla. A fin y al cabo también eso es un reflejo de Dios. Por eso, ahora y siempre que podamos, leer.

viernes, 27 de junio de 2008

Otra vez la voluntad


Uno de los problemas fundamentales de todos (es verdad que a veces se achaca a los jóvenes, pero es un problema de todos) es el de la voluntad. Otra vez con la voluntad. Pero es que somos muy flojos y nos cuesta una enormidad mantener el tipo. Hay una especie de debilidad de fondo que nos lleva a no poner toda la carne en el asador, a evitar todo lo que suponga esfuerzo, a hacer dejación de las propias obligaciones, a ir a lo más cómodo. 
Lo que interesa no es tanto lo que es bueno, bello y verdadero, sino lo que es fácil de conseguir y me va a reportar algún beneficio, sin que ponga mucho de mi parte. No se busca la excelencia, sino la medianía, mantener el tipo.
¿No tendríamos que cambiar el "tono"? ¿No tendríamos que poner más voluntad, esa voluntad que supone empuje, que mira al frente con los ojos iluminados, brillantes con deseos ardientes de hacer cosas grandes...?

jueves, 26 de junio de 2008

Para empezar: la voluntad de Dios






Hoy, memoria de San Josemaría Escrivá de Balaguer, inauguramos este blog parroquial. ¿Qué pretendemos con él? Sencillamente acercar a Dios a todo aquel que lo visite.
¿Qué vamos a ir incorporando a este blog? Cosas muy variadas. Sencillas, pero  que ayuden a profundizar, a pensar las cosas un poco más.
Una de esas cosas sobre las que viene bien reflexionar es la voluntad de Dios.
¿No es verdad que muchas veces se pregunta uno por ello? ¿Qué querrá Dios de mí? Pues nada complicado, que seamos como debemos ser, buenos hijos, que le queramos mucho. Eso, no cabe duda es bastante. Sí, podemos pensar, pero eso ¿cómo se concreta?
Te propongo algunas pistas, tomadas de un Padre de la Iglesia, San Cipriano:
La voluntad de Dios es la que Cristo cumplió y enseñó. La humildad en la conducta, la firmeza en la fe, el respeto en las palabras, la rectitud en las acciones, la misericordia en las obras, la moderación en las costumbres; el no hacer agravio a los demás y tolerar a los que nos hacen a nosotros, el conservar la paz con nuestros hermanos; el amar al Señor de todo corazón, amarlo en cuanto Padre, temerlo en cuanto Dios; el no anteponer nada a Cristo, ya que él nada antepuso a nosotros; el mantenernos inseparablemente unidos a su amor, el estar junto a su cruz con fortaleza y confianza; y, cuando está en juego su nombre y su honor, el mostrar en nuestras palabras la constancia de la fe que profesamos, en los tormentos, la confianza con la que luchamos y, en la muerte, la paciencia que nos obtiene la corona. Tratado sobre el Padrenuestro.
Pues no deja de ser un programa de vida interesante. ¿No te parece?